NO LE PIDAS PERAS AL OLMO
Y así nos pasamos la vida: debajo
del olmo o bien buscando esas peras o esperando a que caigan con las manos
extendidas. Si queremos peras, busquemos un peral. Esta perogrullada que parece
que tenemos tan clara es mucho más profunda de lo que pensamos. (Y voy a seguir
con la metáfora).
Además, allí, debajo del olmo,
nos enfadamos porque, deseando con todas nuestras fuerzas peras, constatamos
día a día, que no crecen, que no caen,… ni siquiera las vemos. Déjame que te recuerde
algo: estamos debajo de un olmo buscando peras. Y aun así, la ira nos consume,
la frustración, la rabia,… Intentamos justificar, buscar una explicación, darle
un sentido a nuestra situación y nada… El olmo no da peras. Pero seguimos “erre
que erre” intentando hallar un fundamento a nuestra situación; el enojo nos
embarga, nos ofusca, nos bloquea,… o nos desalienta… Y sigue sin caer peras,
sin brotar del olmo. La tensión nos invade,… empezamos a soltar “sapos y
culebras” por la boca dirigidas con mucho odio y cargadas de furia hacia el
olmo y hacia sus peras que no nacen de él. Y el olmo seguirá ahí; el olmo
seguirá igual,… erguido, impasible ante nuestro estado, emociones y sentimientos.
Y alzaremos la vista, y además, sentiremos cómo nos observa, con su altura y su
altanería, mientras sentimos cómo empequeñecemos mientras nuestra cólera e
irritación se ceban con nosotros, y crecen y crecen hasta consumirnos y
volvernos una especie de pasta derretida como la bruja de El Mago de Oz… ¿Y
todo por qué?... Permíteme que te lo recuerde una vez más: porque estábamos pidiéndole
peras a un olmo… Agotador, frustrante,…
hasta doloroso y dañino.
Pues bien, salgamos ya de aquí:
¿quieres peras?... Vayamos en busca de un peral. Ah! Has de saber que si
encuentras un peral y no tiene peras, posiblemente estemos en Mayo o Junio, que
suelen ser la época en la que dan menos fruto o, simplemente, no dan. Sabiendo
eso (que también hay que saber cuándo pedir), prosigamos la marcha hasta
encontrar el peral. Sabiendo lo que buscamos, tendremos muchas más
posibilidades de encontrarlo.
¿Cuántas veces seguimos actuando
de la misma manera sin obtener resultado? Si seguimos haciendo lo mismo, ¿acaso
el resultado va a ser distinto? ¿Cuántas veces esperamos algo de alguien y…?
¡Nada! ¿Y cuándo nos quedamos anclados en ese diálogo interno buscando una
explicación a una reacción propia? Y no digamos ya si es la de un ser querido y
cercano a nosotros… ¡aún peor!... O cuando sales de la biblioteca y te
encuentras con que te han robado la bicicleta y allí, como si fuera de hilo,
esa cadenita diminuta y larguilucha, que creías tú que iba a intimidar a algún
caco, aparece en el lugar tirada… Hasta se siente pena por ella, ¿qué
esperabas?...
Cuando esperamos que todo siempre
nos tiene que salir bien, que todo el mundo debe amarnos y respetarnos siempre
y bajo cualquier circunstancia,… Que siempre esperamos a estar a la altura de
cualquier situación y mostrar un alto nivel de competencia;… esperar siempre
que la más vil, infame y malvada de las personas debiera ser culpa y castigada;
esperar siempre controlarlo todo o que alguien nos socorra en un momento
determinado o incluso esperar a ser feliz en la vida sin tener que afrontar
retos y superar muros…. Esto,… esto es pedirle peras al olmo (las peras de la
vida,… al olmo de la vida)
Relajémonos,… Las cosas saldrán
como deban salir, eso sí, busquemos un peral, si queremos peras,… y pongamos amor,
dedicación y consciencia en lo que estamos haciendo, en lo que estamos buscando.
Si no sale bien, algo habremos aprendido y si sale bien a celebrarlo y a otra
cosa, ¡mariposa!. Seamos pacientes con nosotros mismos, comprensivos, compasivos,…
cuanto más practique uno con uno mismo, con mayor facilidad se lo transmitiremos
a otras personas (porque estaremos entrenados). Sí, a esas personas, tanto a
las que nos rodean, como a las extrañas. Son personas que cargan con una
mochila parecida a la nuestra,… cargada de experiencias negativas, ira, rabia,
frustración,… pena, tristeza, desaliento… Invitémosla al Peral que hay cerca de
la rotonda de la calma, y si no nos quiere acompañar, que prosiga su sendero…
Pero no nos enzarcemos en una discusión banal, cruda y sin salida,… porque no
nos llevará a nada. A nada, porque si actuamos de la misma manera nos vamos a
hacer el mismo daño. Y al final no habrá nada diferente: actuaremos de igual
manera cargando unos contra otros. Bueno, en todo caso, si hay algo que nos
diferencia un poquito, es que algunos sabemos que buscamos un peral,… otros
seguirán dándole gritos al olmo, como nosotros en su momento, hasta que nos
dimos cuenta… Como si el olmo entendiera de peras.
Hasta el próximo post. Un tierno
abrazo.
Comentarios
Publicar un comentario