ROSAS DE PLÁSTICO




Ha caído en mis manos este extracto del libro de Guy Carneau, “Las enseñanzas del corazón” y me ha recordado mis tiempos de monitor de campamentos. Os dejo con el mencionado extracto y ahora os explico por qué me ha traído a la memoria aquellos tiempos.

“(…) un chico alérgico a las rosas que toda su vida hizo lo posible por evitar el contacto con ellas. Un día, cuando regresa a su casa, descubre que su madre colocó un gran ramo de rosas en el centro de la mesa del comedor. A pesar de todos los tratamientos de desensibilización que había recibido el chico, tuvo una reacción tal que hubo que llevarlo al hospital. Sin embargo,… el ramo de rosas era de plástico. (…)”

Bueno, esto puede ser una historia más o menos creíble. Yo pensaba: “si alguien tiene alergia a algo, tiene alergia y punto. No hay más: tiene alergia. Ahí está el diagnóstico médico y las pruebas. Fin”. Supongo que como yo, muchos pensaréis lo mismo. Aun así, os voy a contar algo de mi época trabajando con niños en campamentos de verano. Y no voy a hablar de alergias, sino de Asma, esa dolencia que padecen muchos niños y niñas, descrita como una enfermedad que afecta a los bronquios y se manifiesta, en la mayoría de las ocasiones, (ojo al dato) por la noche y se caracteriza por sumir al niño en una respiración difícil y jadeante acompañada de toses y pitos respiratorios. La verdad es que lo pasan mal en un trance así. ¿La solución? Un buen chute de "Ventolín pa'l Cuerpo". Y así, después de inhalar la sustancia, la crisis comienza a perder fuerza y la normalidad respiratoria vuelve al niño.


He visto decenas de niños llegar de esta manera al campamento. He visto decenas de “ventolines” que tenía que cargar en mi riñonera por si se manifestaba alguna de estas crisis, sobre todo, si salíamos de ruta por las escarpadas cumbres de Sierra Nevada y alrededores.

¡Al asunto!, el que me sigue llamando la atención: he visto niños y niñas con mis propios ojos DEJAR de hacer uso del “ventolín”. Los primeros días era frecuente, sin embargo, con el transcurrir de su tiempo en el campamento, el uso del aerosol descendía llamativamente o, simplemente, desaparecía… Todo esto coincidiendo con la adaptación del niño al entorno, a las actividades, a las nuevas amistades, a nuevas situaciones,… sumemos a ello estados emocionales como alegría, fluidez en la concentración, sorpresa,… iniciativa, ritmo, novedades,… Es como si al sacar al niño de su rutina, algún cambio que se operó dentro de él, lo hubiera llevado a la sanación de su dolencia. Un cambio lo suficientemente profundo, constructivo y hasta sanador (diría yo) que lo llevaba a no acordarse del “ventolín”. Reitero lo dicho: lo he visto con mis propios ojos.

Os he contado esto por la historia del chico y su alergia a las rosas. Las preguntas más comunes serían estas: ¿Qué enfermedad tengo y me creo a pies juntillas? ¿qué fobia albergo y la doy por sentada? ¿qué miedos me hacen enfermar? ¿qué creencias limitantes… pues eso, me limitan? ¿Cuánta credibilidad concedo a mis padecimientos, dolores y molestias?.

Se sigue estudiando los efectos de una buena salud mental, emocional, espiritual sobre el cuerpo físico. Ya está descubierto que un buen equilibrio mental propicia la segregación natural de ciertas hormonas como la oxitocina, serotinina, melatonina, endorfinas,… que tienen que ver con la alegría, la satisfacción, el sueño reparador,… etc. Es decir, con una vida entusiasta.

¿Qué les ha pasado a estos chicos para que dejen de tener crisis de asma?¿Cómo se han recuperado?,… o, ¿qué les ha ocurrido para que esta enfermedad se manifestara en su rutina diaria, en su cotidianidad? Y claro, cuando algo así ocurre, la dolencia empieza a cobrar tal inercia y potencia que, sabiendo que es alérgico a las rosas, aunque estas sean de plástico, acaban afectándole… Pero, ¡ojo!, que son de plástico. Tan dentro lleva la reacción que ya no hace falta un estímulo real. Con sólo aparentarlo, ¡sin ser real!, hace enfermar al chaval.

Ahora te pregunto (pero también para preguntarme a mí): ¿De dónde crees que viene tu dolencia?,… Lo que la sigue despertando, ¿sigue siendo real?...

Aquí os dejo con esta reflexión. 

Un fuerte abrazo y hasta el próximo post.

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